Los ancianos de las tribus germanas, consejeros de los reyes elegidos, ejercían una gran influencia sobre las leyes y las elecciones de sus líderes. Se componían de la clase sacerdotal y la élite aristocrática, siendo los primeros los moderadores cuando había que elegir a alguien. En teoría, los consejos prevenían el abuso de poder, sometiendo a votación los asuntos de mayor importancia. De pie ante el consejo —sentado este—, se atendía en silencio a los argumentos del rey o el líder bélico elegido. Seguidamente, se procedía a tomar una decisión, murmurando si se rechazaba o blandiendo las armas si se aceptaba.
