La tribu de los vindelicios construyó su asentamiento, Manching, en las proximidades del río Danubio. Esta ciudad amurallada, que cubría trescientas ochenta hectáreas, estaba compuesta por calles cuidadosamente construidas y unos impresionantes muros exteriores. Estos estaban construidos con unas tablas entrecruzadas horizontalmente, luego se construían los muros de piedra a cada lado de las tablas y el centro se rellenaba con escombros y piedras, creando de este modo unas murallas muy gruesas. Cuando César se encontró con esta técnica de construcción, las llamó Murus Gallici o murallas galas.
