El descubrimiento y perfeccionamiento de nuevos materiales de construcción permitió a los arquitectos explorar nuevos diseños. El arco y la bóveda trajeron consigo nuevas posibilidades arquitectónicas con las que complementar las columnas, el gran símbolo de la arquitectura helénica. Si bien los arquitectos griegos fueron lentos en acoger y usar las nuevas técnicas y materiales, los romanos llevaron a cabo notables avances entre los años 350 y 100 a. C. Los tres órdenes de columnas tradicionales, dórico, jónico y corintio, fueron adaptados para facilitar la construcción de toda una gama de nuevas construcciones. Digamos que, para el hombre normal, los diseños que empezaban a coronar las columnas se tornaron cada vez más "caprichosos".
