Descripción
Aullando como animales y mordiendo sus escudos, los berserkers tomaban la apariencia de animales salvajes, y entraban en combate casi en estado de trance. Antes del combate se volvían furiosos, posiblemente por el consumo de drogas. Llevaban poca protección, pero estaban totalmente convencidos de que eran inmunes al fuego, la espada y a cualquier golpe que pudieran recibir. En la época se pensaba que los berserkers cambiaban de forma y se convertían en los animales cuyas pieles llevaban puestas. Otras opiniones más racionales sugerían que sencillamente se dejaban llevar por una especie de euforia común. De todos modos, sus víctimas no se podían permitir el lujo de analizar al oponente que tenían enfrente. Los berserkers luchaban con una furia despiadada, lo que los convertía en unos oponentes temibles; asesinar a un berserker estaba considerado una impresionante demostración de coraje. Una teoría sobre la aparición de las pieles de oso en el ejército romano sugería que eran trofeos que les habían arrancado a los cadáveres de los berserkers alemanes y que los romanos llevaban como símbolo de valor y prestigio.
