Birreme con calderos de fuego, Hastati
Coste de reclutamiento | 480 | |
Coste de mantenimiento | 96 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 35 | |
Daño de armas | 35 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 48 | |
Armadura | 60 | |
Salud | 50 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Muy pobre resistencia del casco
- Tripulación muy ligera
- Gran velocidad
- Embestida inicial muy potente
- Buen abordaje
- Ataque normal
- Débil en defensa
- Inflige daños medios pero posee una escasa perforación de armaduras
- Escasa moral
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
Durante el siglo IV a. C., los romanos abandonaron la falange en favor de las tropas de asteros, príncipes y triarios. Estos se desplegaban en manípulos, bloques compactos de hombres, situados siguiendo el patrón de un tablero de ajedrez. Esto les permitía moverse con más agilidad por el campo de batalla, al contrario de lo que sucedía con la falange.
Como la mayoría de las ciudades-estado más sofisticadas del mundo antiguo, Roma esperaba de sus hombres que lucharan y aportasen su propio equipo para la guerra cuando fuese necesario. Los más cínicos podrían observar que la legión manipular también mantenía la jerarquía de Roma. Los reclutas más jóvenes y menos adinerados componían los asteros, la primera línea de batalla de la legión romana. Detrás de estos se situaban los príncipes, más viejos y con más dinero, y finalmente estaban los triarios, donde se situaban los guerreros más experimentados. "Ir a los triarios" era un dicho romano que se aplicaba a todo tipo de situaciones. Significaba que se había intentado todo y que nada había sido útil.