Hexarreme de asalto, Triarios
Coste de reclutamiento | 1,300 | |
Coste de mantenimiento | 260 | |
Salud de los barcos | 1,206 | |
Velocidad de barcos | 4 | |
At. cuerpo a cuerpo | 31 | |
Daño de armas | 29 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 64 | |
Armadura | 95 | |
Salud | 65 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Gran resistencia del casco
- Tripulación pesada
- Poca velocidad
- Embestida potente
- Muy buen abordaje
- Muy buena unidad defensiva
- Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
- Ataque normal
- Goza de una buena moral
Descripción
Con el paso de los siglos, las tácticas navales y las necesidades cambiaron a lo largo del Mediterráneo. La tendencia fue la de tener barcos más grandes, en parte como expresión de poder nacional o dinástico. Los gobernantes ptolemaicos de Egipto tenían especial predilección por los barcos grandes que usaban como prueba fehaciente para mostrar su riqueza e influencia. Estos polirremes —término que significa "muchos remos"— no eran aptos para realizar embestidas durante el combate. En la práctica muchos de ellos no tenían más remos que los barcos más pequeños, lo que sí tenían eran más remeros por remo que estos. El hexarreme romano o el hexere griego tenían dos filas de remos con tres remeros por remo. Esto era una versión de dimensiones extremadamente grandes de un barco más pequeño. Aun así, debido a su construcción extremadamente pesada y fuerte, se movían muy lentamente y les era imposible girar rápidamente, lo que era necesario para aprovechar los errores enemigos. A cambio, estos grandes barcos le sacaban partido a sus anchas cubiertas y a su gran capacidad de transporte y se convirtieron en plataformas de combate para la infantería y la artillería. El abordaje o el bombardeo a larga distancia eran los métodos ideales para derrotar al enemigo. La guerra naval había vuelto a su punto de origen en lo referente a métodos de combate, aunque ahora los barcos eran de un tamaño mucho mayor.
Durante el siglo IV a. C., los romanos abandonaron la falange en favor de las tropas de asteros, príncipes y triarios. Estos se desplegaban en manípulos, bloques compactos de hombres, situados siguiendo el patrón de un tablero de ajedrez. Esto les permitía moverse con más agilidad por el campo de batalla, al contrario de lo que sucedía con la falange.
Como la mayoría de las ciudades-estado más sofisticadas del mundo antiguo, Roma esperaba de sus hombres que lucharan y aportasen su propio equipo para la guerra cuando fuese necesario. Los más cínicos podrían observar que la legión manipular también mantenía la jerarquía de Roma. Los reclutas más jóvenes y menos adinerados componían los asteros, la primera línea de batalla de la legión romana. Detrás de estos se situaban los príncipes, más viejos y con más dinero, y finalmente estaban los triarios, donde se situaban los guerreros más experimentados. "Ir a los triarios" era un dicho romano que se aplicaba a todo tipo de situaciones. Significaba que se había intentado todo y que nada había sido útil.