Penteres griego de proyectiles, Arqueros de la estepa
Coste de reclutamiento | 730 | |
Coste de mantenimiento | 140 | |
Daño de proyectiles | 40 | |
Alcance | 150 | |
Disparos por minuto | 6 | |
Salud de los barcos | 880 | |
Velocidad de barcos | 3 | |
At. cuerpo a cuerpo | 8 | |
Daño de armas | 24 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 12 | |
Armadura | 10 | |
Salud | 45 |
Habilidades
- Resistente a la fatiga
- Esconderse en el bosque y en los matorrales
- Resistente al frío
- Disparo incendiario
Puntos fuertes y débiles
- Resistencia del casco normal
- Tripulación normal
- Velocidad normal
- Embestida normal
- Abordaje pobre
- Buen combate con proyectiles
- Largo alcance
- Velocidad de disparo normal
- Inflige mucho daño, pero escasa perforación de armaduras
- Muy débil cuerpo a cuerpo
- Moral muy escasa
Descripción
El quinquerreme, en latín, o pentere, en griego fue usado por primera vez por los siracusanos contra los cartagineses alrededor del 398 a. C. Al igual que otros polirremes, lo más probable es que no tuviesen cinco filas de remos, sino que más bien se referían al número de remeros. En este caso, los remeros estarían colocados en filas de 2-2-1 subiendo desde la línea de flotación. Es de lógica mantener todo el peso posible en la parte baja del barco para ayudar a su estabilidad. Un centro de gravedad alto hace más probable que un barco vuelque si es golpeado desde un lado. Esa altura hizo del quinquerreme un formidable navío, tanto por su apariencia como por su eficacia en combate. Con un gran contingente a bordo y unas extensas cubiertas, este barco pesado podía hacer frente a la mayoría de enemigos y amenazas.
Lejos de ser bárbaros ignorantes, los diversos pueblos de las tribus de las estepas tenían una cultura muy rica. Habitaban en la franja que se extiende desde el Mar Caspio hasta la costa norte del Mar Negro. Los griegos los llamaban "escitas", los persas "sakas" y el grupo más occidental fue más conocido como los "sármatas".
Para los griegos no eran sino unos bárbaros con pantalones, sin ni siquiera sopesar su bronceado aspecto o los gorros puntiagudos que llevaban. Dejando a un lado cuestiones estéticas, los escitas eran excepcionales jinetes, expertos con el arco compuesto recurvo y peligrosísimos guerreros en combate cuerpo a cuerpo. Según los restos encontrados en enterramientos, las féminas escitas eran tan belicosas como los hombres y, seguramente, luchaban con ellos en la batalla. Este podría ser el germen del mito griego de las amazonas, o mujeres guerreras.