Dieres de asalto, Jóvenes con hacha
Coste de reclutamiento | 270 | |
Coste de mantenimiento | 50 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 28 | |
Daño de armas | 26 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 51 | |
Armadura | 15 | |
Salud | 45 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Resistencia del casco muy débil
- Tripulación muy ligera
- Mucha velocidad
- Embestida débil
- Buen abordaje
- Ataque normal
- Escasa defensa
- Inflige daños leves pero cuenta con una buena perforación de armaduras
- Escasa moral
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
Lejos de ser bárbaros ignorantes, los diversos pueblos de las tribus de las estepas tenían una cultura muy rica. Habitaban en la franja que se extiende desde el Mar Caspio hasta la costa norte del Mar Negro. Los griegos los llamaban "escitas", los persas "sakas" y el grupo más occidental fue más conocido como los "sármatas".
Para los griegos no eran sino unos bárbaros con pantalones, sin ni siquiera sopesar su bronceado aspecto o los gorros puntiagudos que llevaban. Dejando a un lado cuestiones estéticas, los escitas eran excepcionales jinetes, expertos con el arco compuesto recurvo y peligrosísimos guerreros en combate cuerpo a cuerpo. Según los restos encontrados en enterramientos, las féminas escitas eran tan belicosas como los hombres y, seguramente, luchaban con ellos en la batalla. Este podría ser el germen del mito griego de las amazonas, o mujeres guerreras.