En casi todo el mundo antiguo, luchar en la caballería exigía los medios financieros para poder comprarse un caballo de guerra, por lo que la gran mayoría de los guerreros de caballería eran de cuna noble o —en Atenas y muchas otras ciudades-estado griegas, democráticas u oligárquicas— de clase social alta. Evidentemente, contar con la mejor armadura y el mejor equipamiento no significaba que se fuera un buen guerrero; controlar un caballo en pleno fragor del combate a la vez que uno intenta protegerse de ataques no es tarea fácil y requería una larga instrucción. La caballería —"hippeis" en griego— solían llevar una jabalina o una lanza larga o "xyston", además de una espada de doble filo para infligir cortes profundos en combates cuerpo a cuerpo. La destreza ecuestre griega de la época era muy diferente a la que se desarrolló en fases más tardías. Por ejemplo, los estribos aún no habían sido inventados, por lo que las piernas se encontraban libres para dirigir al animal. Las sillas, en cambio, no eran más que un trozo de fieltro atado a la panza del animal, por lo que tener equilibrio era esencial. Los jinetes de caballería griegos se entrenaban para cargar, realizar escaramuzas y efectuar combates cuerpo a cuerpo en esas condiciones.
