Las civilizaciones orientales tuvieron que lidiar con el grave problema de conseguir agua y almacenarla para poder irrigar el campo en los climas más áridos. Esta fue la causa de que se decantaran por el cultivo en bancales: poder utilizar los terrenos de colinas y laderas montañosas. Sembrar en terrenos estrechos con forma de peldaños en las pendientes permitía cultivar en las laderas de las colinas, reduciendo al máximo el problema de la erosión del suelo. Cada una de esas terrazas era irrigada por una red de canales. En Mesopotamia, los bancales eran irrigados por una red de shadufs colocados en cada uno de ellos. Este sencillo y antiguo ingenio para llevar el agua a zonas más altas estaba hecho con una pértiga alargada a la que iba atada una cuerda con un cubo y un contrapeso en el otro extremo.
