Los estados orientales se habían compuesto a partir de diferentes culturas, lo que resultaba más obvio en las muchas formas de jerarquía social. Aquellos que sucedieron al imperio de Alejandro Magno, como los seléucidas, generalmente siguieron las tradiciones helénicas y mantuvieron gran parte de la cultura griega. Con el tiempo, la nobleza local acabó adoptando estas costumbres, a menudo entendidas como avances, y creando por tanto una élite helenizada. Bajo ellos se encontraban los lugareños y una creciente corriente de colonos, todos ellos demasiado ocupados como para prestar atención a otra cosa que no fuera mantener su casa y conseguir alimento. Como contraste, cabe destacar a los reyes partos, quienes se mantuvieron fieles al legado persa, muchas de cuyas tradiciones recuperaron.
