Las caballerías de Partia, Armenia y Sarmacia se encontraban entre las mejores de la antigüedad. Sus complejas tácticas y formaciones eran tan eficaces que otros ejércitos, incluido el romano, no tardarían en copiarlas. Por ejemplo, el círculo cántabro, una formación de caballería de rápido movimiento, fue adoptado por el ejército romano tras acabar las Guerras Cántabras. Los jinetes formaban un círculo inexacto, con cada caballo siguiendo a otro a toda velocidad y, cuando llegaban frente al enemigo, disparaban sus flechas. Esta formación suponía un objetivo muy difícil para los arqueros enemigos y permitía el lanzamiento continuo de flechas.
