Birreme de asalto, Partida de lanceros auxiliares
Coste de reclutamiento | 330 | |
Coste de mantenimiento | 66 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 17 | |
Daño de armas | 22 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 58 | |
Armadura | 45 | |
Salud | 45 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Resistencia del casco muy débil
- Tripulación muy ligera
- Mucha velocidad
- Embestida débil
- Buen abordaje
- Buena unidad defensiva
- Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
- Ataque normal
- Moral normal
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
Los guerreros celtas no tenían ni la organización ni la destreza táctica de sus oponentes "civilizados", pero lo compensaban con su experiencia como mercenarios y con la metalurgia y su manera de desenvolverse en combate no tenía nada que envidiar a griegos o romanos. El arma celta por antonomasia era la lanza, un arma de fácil manejo; aunque el típico guerrero celta podía llevar varias armas al combate: una jabalina ligera que lanzar al acercarse o al cargar contra el enemigo y una lanza más larga, con punta de hierro, para los enfrentamientos cuerpo a cuerpo. Algunas lanzas tenían estrías en la punta para provocar aún más daños al extraerlas del cuerpo del enemigo. Además, resultaban muy convenientes para mostrar trofeos de batalla: las cabezas putrefactas de los enemigos asesinados. Sus insaciables ansias de combatir, unidas a su reputación de pueblo sangriento, eran suficientes para llenar de miedo el corazón de sus oponentes. Los guerreros celtas realizaban un coro de cánticos, lanzaban provocaciones e insultos, dirigidos a sus enemigos, y hacían sonar su terrorífico cuerno de batalla o carnyx. Con semejante espectáculo, lo que pretendían era intimidar al enemigo y preparar sus mentes para afrontar adecuadamente el combate.