Birreme de asalto, Lanceros auxiliares dacios
Coste de reclutamiento | 280 | |
Coste de mantenimiento | 56 | |
Salud de los barcos | 501 | |
Velocidad de barcos | 6 | |
At. cuerpo a cuerpo | 11 | |
Daño de armas | 22 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 54 | |
Armadura | 45 | |
Salud | 45 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Resistencia del casco muy débil
- Tripulación muy ligera
- Mucha velocidad
- Embestida débil
- Buen abordaje
- Buena unidad defensiva
- Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
- Ataque normal
- Moral normal
Descripción
El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.
El origen exacto de los dacios es un misterio aún hoy en día. Las tierras dacias se ubicaban alrededor de los montes Cárpatos, pero al contrario que sus vecinos tracios, los dacios raramente se inmiscuían en conflictos de terceros.
Casi todos los dacios luchaban a pie, por lo que solían recurrir a sus aliados sármatas cuando necesitaban la ayuda de una fuerte caballería. La mayoría de la infantería dacia la conformaban los peltastas, equipados con jabalinas, espadas cortas y escudos ovalados; aunque también usaban arqueros. Pero lo que realmente hacía temibles a los dacios era su falcata. Esta arma, bien usada, podía cercenar miembros con mortífera facilidad. La falcata dacia se cogía con las dos manos y, con su hoja curvada en la parte delantera, podía partir a un hombre por la mitad, desde la cabeza hasta el esternón. Era tan mortífera que los romanos tuvieron que modificar las armaduras de sus legionarios a causa de ella. La protección añadida sobre la frente de los cascos de los legionarios que empezó a usarse no tenía otra función que detener el impacto de una falcata dacia.
La victoria final de Roma en las guerras dacias (101-106 d. C.), conmemorada con la columna de Trajano, supuso el fin de las belicosas tribus dacias.