Birreme de asalto, Infantería auxiliar

Coste de reclutamiento 370
Coste de mantenimiento 74
Salud de los barcos 501
Velocidad de barcos 6
At. cuerpo a cuerpo 18
Daño de armas 25
Def. cuerpo a cuerpo 55
Armadura 75
Salud 50
Puntos fuertes y débiles
  • Resistencia del casco muy débil
  • Tripulación muy ligera
  • Mucha velocidad
  • Embestida débil
  • Buen abordaje
  • Buena unidad defensiva
  • Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
  • Ataque normal
  • Moral normal
Descripción

El espolón de la línea de flotación fue acoplado a un barco por primera vez alrededor del 850 a. C. Esto transformó los barcos de guerra y las tácticas navales. Aquellos dejaron de ser las plataformas de los combates de infantería sobre el agua para pasar a ser armas en sí mismos. Las galeras cambiaron, adaptándose a la nueva realidad. Una embestida con velocidad era capaz de perforar y hundir un navío enemigo, para lo cual se necesitaban barcos ágiles, estrechos y veloces. Para obtener más velocidad se necesitaban obviamente más remos. Un barco rápido con una sola fila de remos era demasiado largo y poco práctico. La solución era colocar un grupo adicional de remeros sobre los primeros, pero ligeramente escalonados para permitir más bancos para los remeros. Los birremes, o el equivalente griego dieres, no eran más largos que los diseños previos, pero sí contaban con el doble de remos. Eran rápidos, maniobrables, y podían transportar un contingente de combate. Algunas naciones daban a la tripulación de los birremes vasijas de fuego. Estas vasijas de arcilla se llenaban de aceite y alquitrán y las lanzaban a los barcos enemigos con la esperanza de incendiarlos.

Las tropas auxiliares que reforzaban las legiones romanas, en las últimas fases de la república y en el principado, estaban formadas por individuos no ciudadanos, generalmente voluntarios de las provincias o de reinos aliados. Con la cada vez más acuciante necesidad de tropas para la guerra, especialmente al finalizar la guerra social, en el año 88 a. C., el reclutamiento en las cada vez más extensas provincias romanas pasó a convertirse en prioridad. Para limitar el riesgo de rebeliones, las tropas auxiliares se reclutaban en una sola provincia y eran siempre estacionadas lejos de casa. Las tropas auxiliares podían formar parte de la infantería, la caballería o de unidades especializadas, como arqueros, y conservaban su identidad y su propio equipamiento, aunque el hecho mismo de permanecer estacionadas en otras provincias romanas tenía sobre ellas un efecto inevitablemente romanizador, reforzado por las recompensas obtenidas por su servicio: tierras y la ciudadanía. Algunas unidades, incluso, pasaron a llevar el título de civium romanorum, denotando que estaban formadas por ciudadanos romanos. Ya en las campañas de César en la Galia, las tropas auxiliares conformaban casi todo el grueso de la caballería romana y, en el siglo II d. C., la cantidad de soldados de las tropas auxiliares superaba a la de las legiones.

Requiere
: Edificios
Disponible para las siguientes facciones: