Arqueros pesados dacios
Coste de reclutamiento | 440 | |
Coste de mantenimiento | 90 | |
Daño de proyectiles | 35 | |
Alcance | 150 | |
Disparos por minuto | 6 | |
Munición | 15 | |
At. cuerpo a cuerpo | 20 | |
Daño de armas | 24 | |
Bonificación de carga | 12 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 15 | |
Armadura | 30 | |
Salud | 45 | |
Moral base | 40 |
Habilidades
- Recarga rápida
- Resistente a la fatiga
- Esconderse en el bosque y en los matorrales
- Disparo incendiario
Puntos fuertes y débiles
- Largo alcance
- Velocidad de disparo normal
- Inflige mucho daño, pero escasa perforación de armaduras
- Muy débil cuerpo a cuerpo
- Moral muy escasa
Descripción
Los getas eran una confederación de tribus "bárbaras" que se establecieron en las cercanías del río Danubio, en las modernas Rumanía y Bulgaria. Su origen étnico, ya fuera dacio o tracio, sigue siendo un misterio, pues hasta griegos y romanos tenían diferentes conclusiones al respecto. Los griegos fueron los primeros en trabar contacto con ellos, ya en el siglo VII a. C., y los consideraron "la más noble y justa de todas las tribus tracias". Sin embargo, más adelante, los romanos sostuvieron que los getas eran de origen dacio.
Fuese como fuese, los getas eran formidables oponentes en combate para cualquier fuerza armada, civilizada o tribal. Además, eran expertos saqueadores, afamados por sus ataques rápidos al estilo de las tácticas de guerrilla, por lo que las potencias regionales de entonces no dudaron en usar sus servicios. Pero, pese a su destreza militar e indudable valentía, los getas cayeron ante el mayor guerrero de la época; al final del siglo IV a. C., Alejandro Magno acabó con ellos al inicio de su legendaria expedición a Persia. No obstante, tras la desaparición del imperio macedónico y un periodo de consolidación, la influencia y el dominio geta volvió a imponerse por todos los Balcanes hasta la costa del mar Negro, siendo el siglo III a. C. la época en que su expansión alcanzó la cima.
Los getas siguieron ejerciendo su influencia hasta que fueron derrotados a manos del general romano Craso unos doscientos años después, momento en que sus dominios fueron absorbidos por el creciente imperio romano.