Descripción
Una falange bien ordenada de infantería armada con sarissas suponía un muro casi impenetrable de puntas de lanza para otras unidades a pie y, sobre todo, para la caballería. La sarissa era una lanza o pica que se asía con ambas manos y que podía llegar a medir de cuatro a siete metros de longitud. Se usaba con frecuencia en los ejércitos de Filipo II, Alejandro Magno y en los de sus sucesores. Tenía una punta de hierro y una pica de bronce en la parte posterior que proporcionaba equilibrio y que podía clavarse en tierra para ofrecer una buena defensa. Era un arma muy efectiva cuando se usaba en masa. Cuando avanzaban ordenadamente contra el enemigo, cada hombre ocupaba un espacio de unos noventa centímetros y las cinco primeras filas sostenían las sarissas hacia el frente, protegiendo así la falange. A la defensiva formaban de manera aún más compacta, juntándose y apoyando sus escudos en el soldado de delante para obtener mayor estabilidad. En este tipo de formaciones se sacrificaba su capacidad para maniobrar, lo que convertía a los flancos y la retaguardia en sus puntos débiles. El empleo de la sarissa por parte de Filipo II y la nueva falange de estilo macedonio provienen de contiendas hoplitas anteriores. Se discute si fue el haber sido herido por una lanza larga iliria o tracia, que acabó con la vida de su caballo, lo que le animó a instaurar su uso.
