Nave de saqueo pesada, Nobles tracios
Coste de reclutamiento | 1,010 | |
Coste de mantenimiento | 202 | |
Salud de los barcos | 1,290 | |
Velocidad de barcos | 3 | |
At. cuerpo a cuerpo | 76 | |
Daño de armas | 45 | |
Def. cuerpo a cuerpo | 14 | |
Armadura | 55 | |
Salud | 65 |
Habilidades
Puntos fuertes y débiles
- Muy buena resistencia del casco
- Tripulación normal
- Velocidad normal
- Embestida normal
- Muy buen combate con proyectiles
- Muy buena capacidad de ataque
- Capacidad de defensa normal
- Inflige daños medios pero posee una escasa perforación de armaduras
- Goza de una buena moral
Descripción
La mayoría de las tribus del norte de Europa no eran potencias navales, pero sí que contaban con hábiles marineros. También dominaban las técnicas de construcción de barcos y, aunque la mayoría de las embarcaciones eran barcos pequeños recubiertos de cuero para navegar en el interior y en la costa, se construyeron barcos más grandes para navegar en aguas profundas. Los carpinteros de ribera usaban tablas gruesas para los cascos; estas se unían entre sí para luego recubrir un esqueleto de madera, creando así una robusta embarcación que pudiese aguantar las condiciones del Atlántico. Julio César quedó sorprendido con la calidad de los barcos enemigos cuando su flota se encontró con los vénetos de los moderna Britania de la época. Los barcos de los vénetos tenían el fondo plano para poder navegar en aguas poco profundas, pero a la vez estaban construidos con roble pesado para soportar los mares más agitados. Esto los convertía en un fuerte enemigo para las galeras romanas y les permitía esquivar las embestidas. César decía que los barcos enemigos estaban construidos de "tablones de un pie romano de ancho, estaban sujetos con pinchos de hierro tan anchos como el pulgar de un hombre y las anclas usaban cadenas de hierro en vez de cables". Cuando los romanos se veían obligados a abordar se encontraban con temibles guerreros, acostumbrados a luchar cuerpo a cuerpo en mar abierto.
Había unas cuarenta tribus tracias, que compartían un lenguaje y una cultura común y que habitaban una extensa zona al norte de las ciudades estado griegas. Se les consideraba belicosos, rebeldes, sediciosos, malos enemigos y buenos aliados en un combate. Muchos griegos temían el momento en que apareciera un líder que uniera a todos los tracios y decidieran extenderse hacia el sur.
Esto nunca llegó a ocurrir, pero sí que llegaron mercenarios tracios a casi todos los confines de Grecia y Persia, que a menudo se especializaban como escaramuzadores y tropas ligeras. En la batalla de Rafia, en el año 217 a. C., había tracios en ambos bandos, dispuestos a desempeñar su trabajo. Con su cortante filo ligeramente curvo y su largo mango, una romfaia manejada por las manos adecuadas podía amputarle un miembro a un hombre y los tracios eran expertos en ellas.
El "general" tracio más famoso nunca libró una guerra en Tracia ni estuvo al mando de ningún ejército tracio. Nos referimos a Espartaco, el gran líder de la rebelión de esclavos contra Roma, entre los años 73 y 71 a. C.