Campo de kurgans

Muchos pueblos del mundo antiguo enterraban a sus reyes y sus héroes con sus armas y pertenencias de guerrero, siguiendo unas elaboradas ceremonias, para que pudieran usarlas en el más allá. Era una creencia extendida que un guerrero necesitara un caballo, una armadura y una espada en el otro mundo. En ocasiones, también se mataba y enterraba a los esclavos de un hombre para que le sirvieran en el más allá. En las estepas, tales entierros eran señalados con unos grandes montículos o "kurgans", que destacaban del paisaje a lo largo de muchos kilómetros. Esta práctica parece datar de épocas muy antiguas y fue usada por muchos pueblos de las estepas.

Estos montículos funerarios no solo constituyen un rico tesoro arqueológico en sí, sino que nos han ayudado a entender mejor la vida de la antigüedad en las grandes estepas. A juzgar por la manera en que estaban elaborados muchos de sus artefactos, esas gentes eran mucho más que unos simples bárbaros. Alrededor de una quinta parte de los montículos que se han excavado contienen restos de mujeres enterradas con ajuares funerarios de guerrero, como armas o corazas. Quién sabe si tras esto no se esconde el origen de las leyendas griegas acerca de las amazonas, o mujeres guerreras, que habitaban los confines del mundo.