Los rituales y ceremonias que se practicaban en la antigüedad giraban en torno a los importantes ritos de pasaje vitales: nacimiento, matrimonio y muerte. Los rituales funerarios eran bastante complejos, pues a través de ellos se transfería a los difuntos al mundo de los espíritus. En Mesopotamia, los cuerpos solían introducirse en jarras de cerámica, o eran envueltos en esteras, antes de ser enterrados junto a vasijas llenas con sangre y agua para asegurarse de que sus espíritus no pasaban hambre. Los testimonios que nos han llegado indican que tales recipientes se rompían durante la ceremonia, y que también se prendían antorchas en torno a la tumba para proteger a los vivos de la contaminación del muerto.
