Nave de saqueo de asalto, Libertos de leva

Coste de reclutamiento 350
Coste de mantenimiento 70
Salud de los barcos 875
Velocidad de barcos 3
At. cuerpo a cuerpo 12
Daño de armas 22
Def. cuerpo a cuerpo 55
Armadura 45
Salud 50
Puntos fuertes y débiles
  • Resistencia del casco normal
  • Tripulación ligera
  • Grandísima velocidad
  • Embestida débil
  • Abordaje normal
  • Unidad defensiva normal
  • Causa pocos daños pero cuenta con una perforación de armaduras normal
  • Débil en ataque
  • Escasa moral
Descripción

La mayoría de las tribus del norte de Europa no eran potencias navales, pero sí que contaban con hábiles marineros. También dominaban las técnicas de construcción de barcos y, aunque la mayoría de las embarcaciones eran barcos pequeños recubiertos de cuero para navegar en el interior y en la costa, se construyeron barcos más grandes para navegar en aguas profundas. Los carpinteros de ribera usaban tablas gruesas para los cascos; estas se unían entre sí para luego recubrir un esqueleto de madera, creando así una robusta embarcación que pudiese aguantar las condiciones del Atlántico. Julio César quedó sorprendido con la calidad de los barcos enemigos cuando su flota se encontró con los vénetos de los moderna Britania de la época. Los barcos de los vénetos tenían el fondo plano para poder navegar en aguas poco profundas, pero a la vez estaban construidos con roble pesado para soportar los mares más agitados. Esto los convertía en un fuerte enemigo para las galeras romanas y les permitía esquivar las embestidas. César decía que los barcos enemigos estaban construidos de "tablones de un pie romano de ancho, estaban sujetos con pinchos de hierro tan anchos como el pulgar de un hombre y las anclas usaban cadenas de hierro en vez de cables". Cuando los romanos se veían obligados a abordar se encontraban con temibles guerreros, acostumbrados a luchar cuerpo a cuerpo en mar abierto.

El sistema clientelar celta suponía que un "hombre libre" podía ascender dentro de la jerarquía tribal. Debía servir a las clases nobles, pero también se podía ganar su propio prestigio. Un hombre libre acababa inevitablemente convertido en el seguidor de un aristócrata, trabajando la tierra y manteniendo el ganado. También tenía el derecho a llevar armas y a luchar junto a los nobles en tiempos de guerra. En la lucha, un celta podía probar su valía y obtener una cierta reputación. Un sistema este que alimentaba la ambición y las ansias por luchar entre las clases más bajas. No significaba de ningún modo que sus ejércitos carecieran de disciplina o que en ellos reinara el caos: su caballería a menudo adoptaba un sistema de combate conocido como la trimarcisia, por el que cada jinete entraba en combate acompañado por un par de sirvientes libres, preparados para proporcionarle caballos e, incluso, para sustituir a los guerreros que murieran.

Requiere
: Edificios
Disponible para las siguientes facciones: