Descripción
El onagro debe su nombre al asno salvaje y su peligrosa coz; tenía un potente retroceso, lo que los hombres que lo manejaban no tardaron en descubrir. Aunque no era demasiado preciso, podía arrojar pesados proyectiles a una distancia considerable. Tenía un brazo para disparar, insertado en una cuerda retorcida, hecha de tendones de animal, e iba fijado a un marco de madera. Al tensarla, la cuerda hecha de tendones acumulaba una gran potencia hasta que el brazo se soltaba y lanzaba su mortífera carga. El brazo golpeaba entonces el marco, lo que hacía que el onagro se tambalease de manera impredecible con cada disparo. El onagro se usaba más para atacar zonas que como arma letal de precisión. Era muy usado en asedios, aunque también podía utilizarse contra grandes y compactos grupos de soldados. Como proyectiles podían usarse rocas, vasijas de barro con mezclas incendiarias, animales con aguijón —como abejas— e incluso cadáveres para propagar enfermedades y hacer desesperar al enemigo. Por terrible que parezca, a veces se lanzaban cabezas cortadas a las ciudades asediadas como aviso de lo que les esperaba. El onagro de madera, de fácil construcción, fue un arma muy popular en todo el mundo antiguo.
