La religión era parte integrante de la cultura y la sociedad; los dioses y los rituales necesarios constituían una parte de la vida del día a día que era necesaria. La veneración religiosa era algo omnipresente en la antigüedad; ya fuera la adoración de un panteón de divinidades, como en el caso de griegos o persas, de las fuerzas opuestas de sabiduría y destrucción, como ocurría en el zoroastrismo, o de creencias monoteístas, como el judaísmo. Aunque la tolerancia hacia las diferentes creencias no siempre fue la norma, las distintas corrientes de filosofías y creencias traídas y llevadas por la Ruta de la Seda, el Camino Real persa y las rutas de las especias, aseguraron la presencia e interrelación de las ideas religiosas.
