Descripción
Un celta con ansias de luchar podía ser aterrador. El guerrero que entrara en combate desnudo, seguro de la protección de sus dioses, potenciaría el desasosiego que ya de por sí debía de sentir el enemigo, aunque el luchar desnudos ni era demasiado original ni tampoco un sinsentido, sino que tenía un matiz práctico: los sucios ropajes podían entrar en contacto con las heridas abiertas y provocar infecciones fatales. Los romanos creían que quienes luchaban desnudos buscaban tener más movilidad. Guerreros celtas, como los gésates, adoptaron la costumbre de luchar desnudos y tanto britanos como galos se sentían muy seguros de su destreza en la lucha. También tenían una fe inquebrantable en Camulos, el dios de la guerra. Un guerrero bendecido, sencillamente, no necesitaba vestimentas.