Descripción
Los ibéricos profesaban gran respeto hacia los caballos, llegando incluso a adorarlos como criaturas divinas. Históricamente, el caballo había desempeñado un papel menor durante los tiempos de guerra. Poco a poco fue pasando de ser un símbolo de prestigio y la montura de los hombres nobles a una presencia importante en el campo de batalla. Bendecida por unos caballos de gran calidad, la caballería ibérica se convirtió en una de las armas más potentes del mundo antiguo. Sus caballos eran rápidos y ligeros como los sementales númidas y, como habían sido entrenados para soportar los irregulares terrenos de la península, eran además unas bestias muy resistentes. La combinación de buenos caballos y diestros jinetes permitió a la caballería ibérica ganarse una gran reputación como mercenarios, solicitados tanto por Roma como por Cartago.