Horno para cerámica

Como en muchos otros casos, los romanos tomaron prestado de los griegos el diseño básico del ánfora. Las ánforas de terracota eran contenedores en forma de jarra cuyo interior generalmente era tratado con una resina para impermeabilizarlas y tenían dos asas adosadas al cuello. Se utilizaban para almacenar y transportar de todo, desde vino y aceite de oliva a cereales o sal y se fabricaban a millares. De hecho, se fabricaban tantas que, una vez desprovistas de su contenido, en vez de guardarlas o devolverlas, normalmente eran destruidas. Se han encontrado muchos tipos diferentes de ánfora, pero el ánfora estándar de vino podía contener alrededor de unos cuarenta litros. Fueron un elemento esencial para el comercio en todo el imperio, tanto que se han encontrado millares de ellas intactas en el fondo del Mediterráneo, debido a los naufragios de la época.